Me llamo Agustina. Tengo 17 años pero no soy lo que se podría decir una típica adolescente. Solo digamos que tengo una forma de pensar muy diferente...
Quizás esto fue algo producto de mi timidez que me hizo abandonarme en la lectura desde mis primeros años de vida. Así, se despertó ante mí un mundo maravilloso, sin límite visible. Supongo que es por lo que hoy en día casi no miro la televisión. Creo que disfruto muchísimo más con un buen libro.
Sin embargo, y contrario a lo que muchos puedan pensar, tengo muchos amigos. Pero a veces siento que tengo la necesidad de mostrar de mí una imagen irreal para ser aceptada. Es decir, ¿qué pensarían mis amigos si yo les dijera que no quiero salir un sábado por la noche porque prefiero quedarme leyendo? Me contestarían muchos que si ellos se burlaran, entonces no son mis verdaderos amigos. Puede que así sea. Pero por mi culpa. Yo desde un comienzo les dibujé una mentira. Ellos son muy buenos amigos. Pero no de mí, sino de la persona que creen que yo soy.
No soy una de esas personas que creen que es necesario exponer el cuerpo para conseguir a un hombre al lado. Porque si es así, entonces yo me bajo. Dado que a ese juego, yo no juego. Creo que hay cosas mucho más importantes. Es decir, el cuerpo con el tiempo se deteriora. Y piensenlo bien, ¿quién sería capaz de bancarse 10, 20, 30 años a una mujer de cuyo cuerpo joven ya no quedan rastros, si no posee ésta, virtudes como la inteligencia, simpatía, buen humor?
Esta bien. Pueden preferir hoy un cuerpo. Pero mañana, cuando éste halla desaparecido, se sentirán vacíos por dentro y no habrá nadie allí con los sesos suficientes como para saber qué es lo que necesitan.
Tal vez me equivoco. Pero esa es mi filosofía de vida. ¿Y cuál es la tuya?
